El camino
Una voz sabia me aconsejó alguna vez que la curiosidad y la exploración intelectual eran las dos herramientas más poderosas que podía buscar en mi camino académico. La universidad, dónde pensaba que las humanidades serían el refugio fundacional del conocimiento, terminó siendo un espacio dominado por los números y las tendencias cuantitativas. Pero cuando entendí a fondo los números y las ecuaciones, sentí que algo me faltaba: había olvidado esos 2 elementos trascendentales que aquella voz sabia me aconsejó.
Esta es la historia del porqué de Razón Celeste, un espacio digital donde busco motivar la exploración intelectual, para armarnos de herramientas que nos permitan navegar este mundo complejo y fascinante.
Empezó por culpa o fortuna de La civilización del espectáculo de Mario Vargas Llosa. Este libro me obligó a observar como ignoramos la cultura como pilar fundamental de nuestras sociedades. Leemos poco, asistimos poco al teatro y apreciamos las artes muy distantemente. Esta no es una observación profética, sino como una descripción de diferentes índices y datos, los cuales fui buscando a medida que me cuestionaba la importancia de la cultura en nuestras vidas.
En este artículo, brevemente presento algunos datos y números para visibilizar la preocupante situación actual y mi formación de economista, me motiva a hacerlo en términos de oferta y demanda. Mi única petición es que, si al finalizar esta lectura se sienten tan preocupados como yo, nos comprometamos colectivamente al cambio.
En términos de un economista
Empecemos con este ejemplo que la mayoría conoce: El ecuatoriano promedio lee menos de un libro completo al año. Colombia o Perú nos duplican y los chilenos leen, en promedio, cinco veces más que los ecuatorianos. En cambio, en promedio el noruego lee 47 libros al año, el finlandés 48 e igual los suecos. ¿Cómo empezar a explicar las enormes diferencias?
Empecemos con la oferta. Las dos razones más señaladas son: la disponibilidad y accesibilidad de la cultura. Por ejemplo, algunos sostienen las barreras para leer. Pero cerca del 86% de los ecuatorianos tienen acceso, al menos semanal, al internet. Y gracias a la bendición de los avances tecnológicos, hoy en internet hay 100 veces más libros que en cualquier librería o biblioteca del mundo. Solo Google cuenta con más de 25 millones de títulos, gratis.
Eso nos lleva al segundo factor. ¿Qué tan accesible es para el ecuatoriano promedio leer? La aparición de los ebooks ha permitido bajar el precio de un libro promedio en un 60% desde 2000. Las novelas clásicas, los tratados griegos hoy están gratis en internet. Lo que no se encuentra gratis, cuestan apenas unos pocos dólares. Igual que una entrada al cine, menor a una suscripción de Netflix. Nunca en la historia de la humanidad ha sido tan fácil y tan barato leer. Con todo, solo alzamos en promedio un empolvado libro al año.
Y ahora la demanda. ¿Cuándo fue la última vez que quiso visitar un museo o ver una ópera en vivo? Como sociedad, demandamos muy pocos eventos artísticos, muy pocas exposiciones de arte. Por ejemplo, apenas un 6% de la población ha visitado una exposición de arte en el último año.
¿Que sí demandamos? Redes sociales, por ejemplo. Al 2022, el ecuatoriano promedio utiliza redes sociales más de 2 horas diarias. Si consideramos un ritmo promedio de lectura (200ppm), eso es más que un libro a la semana. Es decir, si leeríamos el mismo tiempo que estamos en redes sociales, leeremos más libros que el CEO promedio de una compañía del S&P500 de Estados Unidos.
Quizás la peor distorsión es que asociamos la cultura con series de televisión o películas de comedia. Estos elementos, sin embargo, son elementos de entretenimiento que aportan poco a la exploración intelectual. Lo que hoy se entiende como cultura, no provoca la discusión, no invita a pensar, no cuestiona nuestros ideales. La banalización de la cultura nos limita los estándares de estética, de pensamiento y cuestionamiento, y eso, poco a poco, nos embrutece como sociedad.
El costo de oportunidad de olvidarnos de la cultura y la exploración intelectual es enorme. Estamos olvidando nuestras raíces, incapaces de entender nuestra historia y el mundo a nuestro alrededor. Aún peor, nos volvemos indefensos, encerrados y aletargados frente al tsunami de entretenimiento que nos adormece. El costo de no leer no se paga en libros sin vender, sino con subdesarrollo.
El rol de la cultura
La lectura pero, no es la única forma de enriquecerse culturalmente. El teatro, la danza, el arte, son otras formas de buscar el progreso intelectual con sus matices y formas únicas. Son herramientas que nos permiten cuestionar los caminos hacia un futuro más próspero.
Recientemente, escuché un cuestionamiento interesante: ¿Por qué ir al museo o a una exposición de arte, sí tengo toda esa información a unos clicks de distancia? Sí, la información cada vez es más accesible, pero el rol del museo o de la galería va mucho más allá de la información que transmite. Son espacios intelectuales dónde lo que vale es la historia que nos cuenta. Las obras de arte son, por su esencia, recordatorios de que sociedades pasadas han puesto la cultura en un pedestal. Por eso, volvemos cada tanto a mirar a Mozart, Galileo, Van Gogh o Cervantes. Nos recuerdan que la belleza, la estética, la persecución de la excelencia son ideales que debemos perseguir como sociedades.
El camino hacia adelante
Vamos desenfrenados rumbo al abismo. Sí, hay que decirlo así fuerte y claro porque lo que primero necesitamos es un llamado de atención. Y me incluyo personalmente, porque mi intención desde Razón Celeste no es dar cátedra de literatura o artes plásticas. Lo que busco es un espacio que nos permita tomar conciencia de nuestra situación y que sirva como base para seguir promoviendo la exploración intelectual.
Aquí, hago una breve alusión al rol de las élites. Y no me refiero a ese término tan prostituido políticamente al antojo de unos resentidos. Sino al verdadero significado de la palabra élite, que proviene del francés aludiendo a los mejores en algo, los pioneros. Los empresarios con conciencia, los líderes arriesgados y aquellos que trabajan por un Ecuador mejor, tienen la oportunidad de marcar un camino intelectual mejor para el resto. Desconocer ese llamado a liderar, nos lleva a un camino peligroso.
Cuando regresamos a ver a la Asamblea, cuándo miramos nuestra sociedad, ¿realmente esperamos algo diferente? Una sociedad que no valora el conocimiento, que prioriza el espectáculo sobre la exploración intelectual, está condenada al subdesarrollo. Por ello, este espacio digital busca ser una pequeña, pero persistente voz en favor de la exploración intelectual. Espero que me acompañen en el camino.
Muy bueno!
Excelente artículo! Adelante con la razón celeste!